Un cambio necesario

Desde el punto de vista estadístico, a partir de los 35 años un gran porcentaje de personas comienzan a tomar medicación de forma permanente a causa de enfermedades crónicas no transmisibles, es decir patologías no heredadas ni transmitidas por contagios. Este fenómeno está en aumento en todo el mundo incluso en personas más jóvenes y en niños.

¿Qué produce la medicalización?

En muchos pacientes esto produce no sólo efectos secundarios generando otras patologías, sino también un sentimiento de frustración y un descreimiento en el sector sanitario. Por ello, es un motivo de consulta muy frecuente para alguien que ya está consumiendo medicamentos tener la intención de no ingerirlos o de disminuir su ingesta.

En la mayoría de los casos, los médicos no suelen quitar esos medicamentos por protocolos o, simplemente, por no saber cómo acompañar a las personas hacia un proceso de desmedicalización responsable. Este escenario genera en el paciente una falta de adherencia a los tratamientos convencionales con el consecuente empeoramiento de la salud, en el caso de no haber reemplazado esos tratamientos con otras herramientas.

Es muy importante que más allá del rechazo que pueda tenerse a la medicación, se cuente con un criterio médico certero para determinar qué medicamentos pueden dejar de presentarse como esenciales y se pueda encarar un proceso de recuperación de la salud utilizando técnicas naturales, alimentarias, psicológicas, etc. Todo esto con el fin de evitar añadir más medicamentos, como también poder reducir o incluso quitar los que ya se estén consumiendo.