La primera vez que leí sobre ayuno fue en el libro “La Medicina natural al alcance de todos” de Manuel Lezaeta Acharán, abogado chileno dedicado a la medicina, pionero en su época y divulgador de la “Doctrina Térmica”. Él hablaba del descanso digestivo como uno de los pilares terapéuticos de la medicina natural, había recibido estas enseñanzas del Padre Tadeo, y las aplicó en su centro y con él mismo por muchos años.
Luego descubrí, al seguir investigando, que en todas las culturas y en todos los pueblos existió y existe el ayuno. En la cultura de mesoamérica en las ceremonias como la Búsqueda de Visión, Danza de la Luna y Danza del Sol; en los pueblos musulmanes en el Ramadán; en las medicinas milenarias, como la china y la ayurveda de la India, también está presente el ayuno como indicación médica; entre otros ejemplos.
El ayuno per se no es una práctica complicada, el cuerpo sabe qué hacer frente a una carencia de alimento. Estamos preparados fisiológicamente para soportar una restricción de este tipo.
La cuestión yace, y es de lo que me interesa hablar y poner el foco de atención, en el propósito del ayuno, en el tiempo durante el cual la persona lo realiza; y, sobre todo, con qué alimentos es conveniente romper un descanso digestivo.
Yo tuve la suerte y el honor de realizar la Búsqueda de la Visión en México, un rito lakota que se lleva a cabo en muchos lugares del mundo. Consiste en aislarse en una montaña durante cuatro días y cuatro noches, sin comer alimento alguno ni beber agua o cualquier otra bebida. En este caso se trata de un ayuno seco, o ayuno total; distinto de los ayunos tradicionales que sólo implican restricción de alimentos pero no de agua. Lo llamativo fue que no consumí ningún líquido pero oriné los cuatro días que duró la ofrenda; y con el auto examen médico pude constatar que me encontraba bien, que no me estaba deshidratando. No tenía nada de hambre, mi frecuencia cardíaca era lenta, contaba con buen pulso, saliva constante, los labios hidratados, etc. Ciertamente lo que estaba sucediendo acontecía en otros aspectos de mi ser; no se trataba de algo físico, aunque sí padecí las molestias propias de dormir en el suelo cuatro noches seguidas con apenas una manta para cubrirme.
Pero el hecho de estar en un lugar sagrado como lo es Tepoztlán, Morelos, México; cuidado y protegido por un abuelo de medicina indígena y de gran corazón; fue el contexto que me dió fuerza y me ayudó a entender que una ofrenda como esa podía despertar sensaciones y emociones muy profundas. Comprendí que la restricción de alimentos produce cambios y movimientos en nuestro espíritu, y que aquella experiencia se transformaría en un tesoro para mi vida.
Luego de atravesar esta vivencia en México, sentí que al ayuno se le puede otorgar otro contexto, un propósito espiritual, una búsqueda emocional, se puede tratar de un deseo, de alcanzar un logro o de resolver un conflicto. Tuve claro que el ayuno podía consistir en un proceso más profundo y no quedarse en una simple funcionalidad biológica.
Claramente no es lo mismo ayunar en la montaña que hacerlo teniendo que salir a trabajar. El contexto en el que se realiza el ayuno es importante. Esforzarse por ayunar en la ciudad, con la demanda metabólica que conlleva la vida moderna, cumpliendo obligaciones y responsabilidades, podría ser negativo para la salud e incluso volverse contraproducente.
El factor voluntad es indispensable, al realizar un ayuno se ofrenda voluntad. Algunas personas no pueden ayunar porque no despiertan la fuerza de voluntad que se requiere para transitar un proceso en el que no se contará con alimento. Pero el ayuno obliga al cuerpo a acomodarse, todos los mecanismos implicados en la digestión se aquietan y se activan otros mecanismos que únicamente lo hacen de esta manera. En un ayuno prolongado, las 24 primeras horas son el desafío mayor y en las que se suele sentir hambre. Pero luego el cuerpo tiene la capacidad de poner el foco en otro lugar.
Hay un contraste muy fuerte entre un Ramadán, o el mismo Jesús ayunando mientras cruzaba el desierto, respecto del ayuno que se practica hoy en día. Hay mucha imprudencia actualmente para practicar ayunos, de la mano de las desintoxicaciones o detox u otros programas que se venden sin escrúpulos. Se puede caer en la torpeza de pensar que el ayuno sólo sirve para desintoxicar, pero yo encuentro que es algo más delicado, que no podemos controlar la fisiología del cuerpo y muchas veces no sabemos cómo reaccionaremos luego de una restricción de este tipo.
Arnold Ehret, un reconocido educador alemán, desarrollador del “Sistema de Curación por Dieta amucosa”, decía que el ayuno o cura a la persona o la puede matar. Él ayunó más de 50 días, homologado por médicos y nadie podía creer la vitalidad con la que contaba.
Otra gran conocida, la señorita Marta Ayup, ayunó 15 días, seguidos de 6 meses con hábitos alimentarios muy cuidados y específicos para resolver una condición autoinmunitaria y al día de hoy se encuentra curada de su Dermatomiositis.
Si bien es cierto que se han difundido muchos videos y documentales desmontando la mentira de Gurúes y místicos que decían no comer por más de 20, 30 o incluso más años; no se puede deslegitimar la gran medicina que es el Ayuno.
Otro detalle no menor es la forma en que volvemos a incorporar los alimentos luego de estar ayunando. Arnold Ehret decía que los alimentos que incorporamos luego del ayuno van a determinar la efectividad del proceso, ya que si comemos alimentos que se fermenten, altos en azúcares y almidones, los desechos que se fueron liberando de la mucosa del intestino y ahora están listos para ser eliminados quedarán retenidos nuevamente en el intestino. Esto podría generar una multiplicidad de reacciones negativas y, en casos más severos, hasta una obstrucción intestinal.
Es decir que saber romper el ayuno implica entender que el cuerpo debe eliminar mucosidades y desechos como biofilms, microbiota disbiótica, y otras suciedades que quedan en las intrincadas curvas del intestino. Por lo que sería lógico hacer una realimentación para acompañar este proceso desde una perspectiva observacional: agua con limón, caldos de vegetales, ensaladas, verduras de hoja cocidas al vapor, etc.; evitando frutas y jugos de fruta, cereales y legumbres, y por supuesto que no debemos romper un ayuno con carnes ni mucho menos con alimentos ultraprocesados y/o bollerías o panificados industriales.
En la carrera de medicina en ningún momento se cita, siquiera una frase, o paper o contenido que se relacione al ayuno. He escuchado incluso falacias populares como que si una persona no come en tres días corre riesgo de muerte.
Creo que actualmente hay mucha evidencia científica de lo realmente importante que es el descanso alimentario y la reducción de riesgos por sobrealimentación. Y nos queda además la sagrada utilidad del ayuno como herramienta espiritual.
Manda un Whatsapp