Por ejemplo: si me duele el abdomen, el galeno se enfocará en el abdomen; si tengo dolor en las articulaciones, revisará mi sistema osteoarticular; y así sucesivamente. Luego, el médico sugerirá estudios complementarios y prescribirá medicamentos para mejorar ese dolor.
Esta medicación está dirigida a suprimir el proceso que el mismo cuerpo puso en marcha para intentar corregir la disfunción.
Generalmente, en estos casos, estos remedios no tienen el mismo origen que desencadenó la patología y suelen ser fármacos químicos que nuestro cuerpo no reconoce y que intentará eliminar rápidamente.
A esta forma de ejercer la medicina se le llama “Alopática”, término acuñado por Samuel Hahnemann a partir de las raíces griegas “alos”, distinto, y “pathos”, sufrimiento.
Actualmente, el término científico Resoleómica refiere que nuestro sistema de inflamación endógeno genera tanto las sustancias proinflamatorias como también las sustancias antiinflamatorias; es decir que, luego de un daño, se da inicio a un proceso inflamatorio genéticamente programado y con características clásicas como el dolor, enrojecimiento y la inflamación del tejido, para luego de un tiempo y en condiciones de normalidad comenzar un retroceso antiinflamatorio que culmina resolviendo ese daño. Es aquí donde la medicina integrativa toma su lugar, intentando reducir la mayor cantidad de medicamentos que supriman la vía endógena, y enfocándose principalmente en proponer alimentos y productos fitoquímicos, en sugerir ayunos, emplastos de barro, acupuntura, etc. Todo ello con el fin de aumentar las capacidades de nuestro propio sistema de analgesia y reparación.
Claro está que cuando la disfunción anatómica y fisiológica es muy severa y las medicinas naturales no son eficientes, se utilizan productos químicos alopáticos para calmar las dolencias; pero son casos excepcionales mientras se fortalecen las vías naturales de recuperación. Los suplementos de minerales, vitaminas, omega 3, oligoelementos, fitoquímicos, etc. son de mucha utilidad para poder ir sustituyendo las medicinas químicas y para sortear tantos efectos secundarios y tratamientos costosos.
En la consulta integrativa solemos hacer una entrevista de una hora de duración donde nos basamos en 3 ejes fundamentales:
Un primer acercamiento en el cual se observan los aspectos generales: piel, ojos, materia grasa, inflamaciones agudas, crónicas y de bajo grado, fuerza y tono muscular, estado pisco-emocional (el cual se puede evidenciar con una empatía desarrollada) y una encuesta profunda sobre los hábitos de vida y familiares.
La segunda etapa consiste en un examen físico (en las consultas presenciales) donde intentamos hacer un scanner de todos los sistemas biológicos y fisiológicos con las herramientas que la medicina clásica nos propone a través de la semiología: inspección, palpación y auscultación.
La tercera etapa consiste en brindar un diagnóstico general seguido de un tratamiento natural, un plan de alimentación para recomponer los desórdenes, la recomendación de realizar ínter consultas con otras especialidades afines: fisio y kinesio terapia, acupuntura, osteopatía, quiropraxia, psicoterapia, la programación de limpiezas y purgas en los casos convenientes; y la fitoterapia, suplementaciones, ejercicio físico, etc., por último aunque no menos importantes.
Complementan la consulta, por ser fundamentales para la investigación, las imágenes: ecografías y resonancias magnéticas nucleares, evitando por todos los medios la utilización de rayos X, técnicas con radioisótopos endovenosos y demás estudios cruentos, costosos y, muchas veces, sin sentido clínico.
No debemos olvidar que las raíces de la medicina moderna provienen de un sistema desarrollado a lo largo de los últimos 2500 años por el médico griego Hipócrates, además podemos nombrar los más de 5000 años de la Medicina China, las enseñanzas de también más de 5000 años de la Medicina Ayurveda de la India, sin olvidar los más de 10.000 años de sabiduría de las medicinas de los pueblos originarios de América. En todos estos sistemas se contempla al ser humano como una unidad indivisible, sujeta a los designios de la naturaleza, de las estaciones, del espíritu, de la alimentación y de las relaciones con la familia y las emociones.
El apremio de la vida moderna, la falta de tiempo, el desinterés generalizado por el bienestar, la cantidad de productos químicos en los alimentos y en el agua, hacen que cada vez más personas estén en la búsqueda de estas medicinas que tratan a los pacientes de un modo integral y brindan herramientas para la recuperación de la salud.
En este espacio virtual hacemos todo lo necesario para que cada quien vaya descubriendo su camino, acompañando y cuidando con amor y respeto.
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